Oportunidades y amenazas de la demografía en el desarrollo de un Estado

Oportunidades y amenazas de la demografía en el desarrollo de un Estado

Por Leonardo Chaurio //

No es un secreto que el aumento de la masa poblacional a nivel mundial ha sido en los últimos siglos mayor que en cualquier otra época de nuestra historia: situada hoy en más de siete mil millones de habitantes, según lo registran las cifras correspondientes (Worldmeter, 2017).

El tema de la demografía fue un asunto que no generó una atención semejante en los siglos pasados como sí lo hicieron temas relativos a la democracia, los sistemas de pensamiento, el desarrollo de las ciencias exactas, etc. No obstante, distintos trabajos comenzaron a vislumbrarse en aras de plantear un problema que no conseguía la atención del público, y que redundaba sólo en la mente de unos pocos.

Entre los que dieron inicio al tratamiento de este tema, destaca uno de los padres de la economía clásica, Thomas Malthus.

Procedente del siglo 18, el señor Malthus observó en la expansión demográfica un problema relacionado al consumo, sobreproducción y destrucción del suelo en función de extraer los rubros y alimentos requeridos para alimentar a una población con demandas infinitas y recursos claramente escasos (1946: 199).

Hoy, los problemas relacionados a la cuestión demográfica rondan toda clase de áreas y van más allá de los planteamientos expresados anteriormente: vinculando el problema de la disparidad en torno al sexo en países como China (Wee, 2016: 1); contemplando en este factor un hecho determinante que incide en la contaminación y alienta al cambio climático (Rieder, 2016); y en el rol que juega en torno a las brechas de desigualdad manifiestas en todo el mundo (Scheidel, 2017: 1), etc.

La vinculación a este respecto que tiene la demografía con el desarrollo es notable: si el desarrollo se orienta a una mejor calidad de vida para las personas, y a unos estándares sociales que redunden en mayor igualdad y equidad entre los grupos humanos que constituyen un determinado conglomerado social, el tema de fondo es: ¿Cómo contribuye, y cómo estorba, la cuestión demográfica en el desarrollo de los Estados?

Contribuye, en la medida en que con la reproducción evita el envejecimiento de la sociedad, y permite recibir personas jóvenes dispuestas a desempeñarse en todas las áreas que forman el entorno político, económico, social, cultural, académico e institucional de la Nación: toda vez que, al facilitar la preparación y formación de estos conjuntos humanos, se concibe así el capital social necesario para continuar la búsqueda o consolidar el alcance del desarrollo en un país.

Estorba, porque el sobredimensionamiento de la población dificulta no solo la redistribución de la riqueza, sino que genera brechas respecto al ingreso, mayores gastos emanados de los organismos públicos, y en caso de no existir un mercado de trabajo constituido o desarrollado: márgenes de desempleo perennes, que sólo concluyan en pobreza y mayores índices de desigualdad.

En razón de lo anterior, la cuestión demográfica supone ser un arma de doble filo, ya que puede generar cosas positivas, a la vez que puede tener consecuencias terribles en un Estado o región.

México, La India, China, son un ejemplo de ello: países que perciben un crecimiento económico destacable, pero que dicho crecimiento no haya la correspondencia debida con un desarrollo social vinculado entre otros aspectos a la población tan grande que existe, que limita o impide una redistribución equitativa de la riqueza y va más allá de las capacidades de las instituciones públicas, generando así la susodicha desigualdad (Véase Tabla Nro. 1)

 Tabla Nro. 1

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Fuente: http://www.independent.co.uk/news/world/politics/credit-suisse-global-wealth-world-most-unequal-countries-revealed-a7434431.HTML

 

 Sin embargo, y esto hay que aclararlo, otros factores pueden estar claramente relacionados: la carencia de voluntad política, los malos gobiernos, un mercado que aún no está consolidado con la capacidad de absorber una demanda laboral creciente, etc.

Todos los factores mencionados arriba, determinan una relación entre la demografía y el desarrollo que debe verse intermediada por políticas en torno al control de la natalidad, a la promoción del empleo a partir del desarrollo de políticas económicas que alienten a la inversión y al desarrollo del sector secundario y terciario de la economía; a la búsqueda de métodos que alivien las disparidades en torno al ingreso y demás derechos u oportunidades presentes entre los sectores constitutivos de un Estado-nación específico.

Venezuela, país con un aproximado de 31 millones de habitantes, es prueba de lo anterior: en razón que al haber una oferta educativa muy amplia al poseer un sistema público de educación superior para una población creciente, pero al no existir un mercado receptor de los profesionales e individuos formados en dichas áreas del saber, solo deviene en el impedimento de que el aumento demográfico de personas capacitadas no encuentren su correspondencia con un mercado capaz de absorberlos merced de políticas económicas que no conciban su crecimiento y ampliación (Bermúdez, 2016: 1) en función de movilizar ese capital social hacia puestos de trabajo que redunden en la generación de riqueza, en estimaciones mucho más positivas del índice GINI, o en el aumento de indicadores como el PIB.

En clave prospectiva, diversos trabajos enmarcados en las regiones que componen el planeta en lo que se refiere a la demografía, asoman un panorama poco alentador: en tanto tendremos 2 mil millones de personas más que poblarán la tierra para el 2030 -aproximadamente nueve mil millones de habitantes-; el crecimiento de la población se concentrará en los países pobres; y aunque sorprenda, se prevé que dentro de la composición social, nada menos que las personas que rondan los 65 años superen en proporción a los jóvenes con aproximadamente 15 años -esto último, para el año 2050- (Casanueva, 2014: 26-27).

Toda esta serie de problemas plantean no solo un escenario a posteriori que luce claramente adverso, sino que además ameritan una visión prospectiva para encarar cada uno de estos retos que hoy sopesan dentro de la sociedad y el Estado, y que ya se evidencian en distintas partes del mundo.

Brindar una respuesta en este pequeño acercamiento resulta imprudente, en tanto no se haga un examen de la situación muchos más amplio. No obstante, lo que sí sugerimos es nada menos que hacer las buenas preguntas (Godet, 2000: 11-12) que requiere cada situación para ser evaluada, de forma tal que partiendo de las interrogantes que envuelven cada hecho concreto: ¿De qué forma podemos incentivar a los jóvenes en las sociedades industriales a procrear y generar las generaciones de relevo que requiere todo Estado para su pervivencia?, ¿Cómo manejar el control de la natalidad en las zonas rurales de los países empobrecidos e impedir así que familias de escasos recursos adquieran compromisos realmente serios en relación a la crianza de un nuevo miembro de su unidad familiar?, ¿Cómo debemos repensar el aborto en el contexto suramericano de cara a un sobredimensionamiento de su población?, etc.

Concluimos de todo lo anterior, que de no diseñarse las preguntas correspondientes a los problemas emanados de la demografía, el mismo no será abordado de la mejor forma posible, perpetuándose así en un contexto social que en lo demográfico, no nos brinda el mejor de los escenarios, y que las consecuencias u oportunidades que presenta, a pesar de no verse o atenderse en la misma medida en que hoy la sociedad internacional afronta temas relativos al terrorismo o a las migraciones masivas de África a Europa, sólo por mencionar unos ejemplos, no lograremos estar a la altura de las circunstancias.

La demografía así vista, puede suponer una oportunidad para que un país avance hacia el desarrollo: ofertando mano de obra, potenciales profesionales, y gente dispuesta a contribuir con la producción de riqueza. Pero en caso de no controlarse, como desafortunadamente se puede visualizar en derredor del planeta, su sobredimensionamiento por una parte, y la carencia de políticas económicas o sociales que sean capaces de recibir a estos nuevos ciudadanos en el mediano o largo plazo, por otra, pueden contribuir o materializar problemas tales como los redactados párrafos atrás.

Es así, como podemos ver la demografía como una oportunidad, por un lado, o como una amenaza, por otro: dependiendo cómo se trate, y como la proyectemos en beneficio del anhelado desarrollo que aspiramos ver en la realidad, el cual vas allá de lo económico, y se sitúa en una noción de bienestar para la población.

Bienestar que sí, se puede lograr, pero que en un contexto con más personas, menos recursos para atenderlas, y menor preparación ante los problemas manifiestos en nuestras sociedades surgidos a partir de las explosiones demográficas que se vienen registrando en las últimas décadas, tal noción de bienestar puede bien perfilarse sólo en la lejanía sin pretensión alguna de acercarse al seno de nuestras realidades nacionales.
Estemos preparados.

 

* Leonardo Chaurio (chaurioleo@gmail.com) es estudiante avanzado de la Licenciatura en Ciencias Políticas en la Universidad de los Andes (Mérida, Venezuela)


Bibliografía

    • Bermúdez, A. (25 de febrero de 2016). “Cómo Venezuela pasó de la bonanza petrolera a la emergencia          económica”. BBC Mundo. Recuperado de: http://www.bbc.com/mundo/noticias/2016/02/160219_venezuela_bonanza_petroleo_crisis_economica_ab
    • Casanueva, H. (2014). “Una mirada al futuro para decisiones del presente”. Cuaderno de Difusión nº 9: Prospectiva y estrategia Visión de futuro para las Políticas Pública, P. 26-27. Santiago de Chile: Centro de Estudios Internacionales de la Pontificia Universidad Católica de Chile
    • Efecto Naím. (19 de diciembre de 2016) “¿Cómo detener el cambio climático? Travis Rieder propone tener menos hijos”. [Archivo de Video]. Recuperado de: https://www.youtube.com/watch?v=SyQEjhhNo40
    • Godet, M. (2000).  La caja de herramientas de la prospectiva estratégica, 4ta Edición. España: Instituto Europeo de Prospectiva y Estrategia (Prospektiker)
    • “In 2015, the richest sixty-two persons on the planet owned as much private net wealth as the poorer half of humanity, more than 3.5 billion people”. Scheidel, W. (2017) The Great Leveler: Violence and the History of Inequality from the Stone Age to the Twenty-First Century. Princeton Press
    • The rate according to which the productions of the earth may be supposed to increase, will not be so easy to determine. Of this, however, we may be perfectly certain, that he ratio of their increase in a limited territory must be of a totally different nature form the ratio of the increase of population. A thousand millions are just as easily doubled every twenty-five years by the power of population as a thousand. But the food to support the increase form the greater number will by no means be obtained with the same facility. Man is necessarily confined in room. When acre has been added to acre till all the fertile land is occupied, the yearly increase of food must depend upon the melioration of the land already in possession. This is a fund, which, form the nature of all soils, instead of increasing, must be gradually diminishing. But population, could it be supplied with food, would go on with unexhausted vigour; and the increase of one period would furnish the power of a greater increase the next, and this without any limit. Malthus, T. (1946): An Essay On The Principle Of Population, Doubleday And Company Press, New York.
    • Wee. S. (21 de enero de 2015) “China says its gender imbalance ‘most serious’ in the world”. Reuters Agency. Recuperado de: http://uk.reuters.com/article/uk-china-onechild-idUKKBN0KU0V720150121
    • http://www.worldometers.info/world-population/

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