Dos proyectos de país en pugna

Dos proyectos de país en pugna

Por Joel Sidler //

El presente trabajo se propone investigar las construcciones conceptuales relativas a “progreso” y “emancipación” utilizadas por dos exponentes del pensamiento argentino del siglo XIX como son Esteban Echeverría y Domingo F. Sarmiento.

Se intenta, con esta investigación, responder ¿Qué significa “emanciparse” y “progresar” en el contexto de la pos-revolución de Mayo y el ascenso de Rosas, y qué formas o acciones se deben adoptar para realizarlo? Interesa desentrañar el significado y la concepción que estos pensadores tenían de nociones como “progreso”, “emancipación” o “desarrollo” al momento de plasmar en sus páginas los planes que auguraban para la naciente República Argentina. Se busca identificar qué ideas se encuentran asociadas a estos conceptos, resaltando el contexto social y político de su producción, sumado a las discusiones que mantienen los autores con sus contemporáneos o predecesores.

Se intenta, por lo tanto, analizarlos y descubrir en ellos el carácter social y performativo que aflora de cada página, o en otras palabras, la pretensión de los autores por contribuir a la edificación de una sociabilidad nueva, desterrando los vestigios de la colonialidad.

Esta pretensión se encuentra en  los autores analizados con ciertas similitudes y marcadas diferencias entre ellos. Es por este motivo que, el estudio de los textos de Sarmiento y Echeverría constituye un intento de reconocer, en las plumas más destacadas de esa época, temas fundacionales para la joven Nación Argentina, temas que, por otro lado, la Ciencia Política y la Filosofía Política continúan debatiendo y trabajando.

Es el objetivo de este trabajo aplicar el método del análisis del discurso en textos en los que abunda tanto el contenido teórico y filosófico, como también el estudio material e histórico de las condiciones sociales. Se considera que el análisis crítico de los mismos constituye una herramienta para repensar los procesos sociales en nuestro país y fundamentalmente aquellos relacionados con el proyecto emancipatorio e independentista, del cual este año se conmemoran 200 años de su comienzo. Por este motivo, releer escritos de casi dos siglos de edad y someterlos a un análisis crítico no deja de ser una instancia fundamental para comprender la situación real de nuestro país.

Dos visiones en pugna

El contexto político y social de aquellos años posteriores a la Revolución de Mayo define y establece las necesidades y urgencias de las que debía hacerse cargo esta nueva generación. La guerra civil estaba en pleno auge cuando Echeverría, Alberdi, Gutiérrez entre otros deciden protagonizar las reuniones del Salón Literario, un espacio de reflexión y participación político-filosófica. Es de estas reuniones de donde surge el Dogma Socialista, construido en base en diversas Palabras Simbólicas, un grupo de palabras que funcionan como símbolos, pero que al mismo tiempo pretenden tener cierto destino programático que les confiere un poder performativo.

Unos años después, a partir de una Ojeada retrospectiva sobre el movimiento intelectual en el Plata desde el año 37, el propio Echeverría analiza lo realizado desde 1837, señalando la actualidad de la misión de esta nueva Generación. Este corpus se constituye como objeto de análisis del presente trabajo.

La propuesta filosófica del rioplatense es sumamente romántica, dado que implica volver la mirada al interior de la nación, a su pueblo, para desentrañar y comprender la realidad sobre la que se debía trabajar. Por esto señala, en una carta enviada al propio vicepresidente de la Asociación de Mayo, que deben:

«Determinar primero lo que somos y, aplicando después los principios, buscar lo que debemos ser, hacia qué punto debemos encaminarnos. (…) No salir del terreno práctico, no perderse en extracciones, clavar el ojo de la inteligencia en las entrañas mismas de nuestra sociedad es el único modo de hacer algo útil a la patria y de atraer prosélitos a nuestra causa.» (Echeverría 2009:27).

Esta consigna, esta forma de pensar su misión, caracteriza el posterior desarrollo teórico del autor. Es necesario partir de Mayo para reconocer en qué habían acertado sus padres revolucionaros, y en qué habían errado. De forma clara, los errores de los revolucionarios era lo principal a corregir, ya que estos habían decantado en una guerra civil entre facciones enfrentadas a muerte.

La gran crítica que realiza a sus “padres revolucionarios” es el estado de las instituciones que les legaron. Estas no supieron garantizar el correcto funcionamiento de la Democracia, lo que derivó en el enfrentamiento entre facciones y, a fin de cuentas, en el despotismo de un sector sobre el otro. De la contemporaneidad que atraviesa Echeverría, y en general toda la Generación del 37 es de donde surge la necesidad de establecer ciertas palabras simbólicas, destinadas a encaminar el destino de la Nación. Específicamente, las primeras palabras simbólicas que se desarrollan en el Dogma son Asociación, Progreso y Fraternidad. Y a partir de ellas el autor comienza un encadenamiento teórico y argumentativo con miras a aclarar su pensamiento.

Para abarcar el aporte teórico de Echeverría se propone sistematizar su postura sobre la emancipación y el progreso a partir del concepto “progreso con bases americanas”, este significa aquel tipo de progreso que tiene como fundamento la condiciones materiales de existencia presentes en el territorio, en la sociedad y en la forma de vida de los habitantes de la naciente República Argentina. Por ejemplo Echeverría señala:

“El gran pensamiento de la revolución no se ha realizado. Somos independientes, pero no libres. Los brazos de la España no nos oprimen, pero sus tradiciones nos abruman. (…) La revolución marcha, pero con grillos. A la joven generación toca despedazarlos y conquistar la gloria de la iniciativa en la grande obra de la emancipación del espíritu americano, que se resume en estos dos problemas: emancipación política y emancipación social. El primero está resuelto, falta resolver el segundo. La emancipación social de la patria sólo podrá conseguirse, repudiando la herencia que nos dejó la España y concretando toda la acción de nuestras facultades al fin de constituir la sociabilidad americana”. (Echeverría 2009:118-119).

En esta cita se concluye que la emancipación social viene de la mano de un trabajo de crítica hacia la herencia colonial, y de construcción de una forma de vida nueva, americana, edificada a partir de las propias condiciones materiales de este territorio, y con el fin de instaurar una sociabilidad propia. El autor señala que la independencia está lograda, ya no existen los lazos políticos que los ataban con España, esa primera cadena se ha roto, pero aún quedan sus tradiciones, sus costumbres e incluso su legislación, y estos elementos son perjudiciales para la nación, ya que no se encuentran basados en las condiciones de existencia propiamente americanas.

Por estos motivos, Echeverría destaca la necesidad de estudiar la realidad, para comprender qué tipo de instituciones deben ser construidas, partiendo de los valores y las características de la sociedad americana, con vistas, siempre, a la emancipación social del pueblo, para que de esta forma sea capaz de ejercer la soberanía plena.

En 1845 Domingo Faustino Sarmiento publica, desde Santiago de Chile, y en forma de semanario en el diario El Progreso, Civilización y Barbarie: vida y obra de Juan Facundo Quiroga, más conocido como Facundo. Este libro, considerado de las obras más importantes del sanjuanino, representa todo un pensamiento y una visión sobre la Argentina y su situación histórica.

En este libro el autor señala desde los tipos de habitantes presentes en el territorio argentino, pasando por la geografía, hasta relatos históricos sobre unificaciones entre los caudillos para realizar batallas y enfrentamientos tanto contra Rosas, como al interior del estandarte antirosista. En medio de estos temas se inserta la mirada que otorga Sarmiento sobre lo que para él era la realidad americana y las posibilidades de nuestro emergente país para “alcanzar” el progreso y la civilización. Principalmente el autor concentra su investigación en dos elementos, que forman una dicotomía insoslayable. Esta dicotomía divide a las ciudades por un lado, y las campañas por otro. Al respecto Sarmiento declara:

“El hombre de la ciudad viste el traje europeo, vive de la vida civilizada tal como la conocemos en todas partes: allí están las leyes, las ideas de progreso, los medios de instrucción, alguna organización municipal, el gobierno regular etc. Saliendo del recinto de la ciudad todo cambia de aspecto: el hombre del campo lleva otro traje, que llamaré americano por ser común a todos los pueblos; sus hábitos de vida son diversos, sus necesidades peculiares y limitadas: parecen dos sociedades distintas, dos pueblos extraños uno del otro. (…) Todo lo que hay de civilizado en la ciudad está bloqueado allí, proscrito afuera”. (Sarmiento 1995:66-67)

En la cita anterior es clara la referencia que realiza el sanjuanino en torno a la presencia de la civilización sólo en las ciudades, y la ausencia de ella en las campañas. En esa afirmación se deja entrever una conceptualización de “la vida civilizada”, sólo relativa y asociada a un conjunto de leyes, ideas de progreso y un gobierno regular, descartando cualquier posibilidad de una “civilización” que no esté ordenada bajo los estándares de Europa y sus normas. Con esta visión Sarmiento deja en claro que lo perjudicial para el progreso es la campaña, el campo, lo que está separado de la ciudad.

Más aún, el autor sanjuanino resume la lucha revolucionaria de los años previos a dos enfrentamientos. Por un lado, Buenos Aires contra España, y por el otro, Buenos Aires contra las provincias. Los del Río de la Plata fueron victoriosos en la primera, pero fracasaron en la segunda, para Sarmiento las provincias han vencido a Buenos Aires al instaurar a Rosas como su Gobernador, llevando barbarie a lo poco de “civilizado” en este territorio. Como fruto de esta concepción el autor señala:

“Hoy día [mediados de 1840]  las formas se descuidan entre nosotros a medida que el movimiento democrático se hace más pronunciado, y no es fácil darse idea de la cultura y refinamiento de la sociedad en Buenos Aires hasta 1828. Todos los europeos que arribaban creían hallarse en Europa, en los salones de París; nada faltaba, ni aun la petulancia francesa, que se dejaba notar entonces en el elegante de Buenos Aires.” (Sarmiento 1995:180).

Como consecuencia de estar Rosas en la cabeza del gobierno de Buenos Aires, para Sarmiento, la “civilización” ha sido derrotada. “Todos los europeos que arribaban creían hallarse en Europa”, [Buenos Aires] constituía el mayor símbolo de progreso para Sarmiento. Por lo tanto, el elemento democrático ha sido perjudicial para las formas elegantes de las ciudades, asegura Sarmiento, ya que ha colocado a Rosas en el poder, y es, por lo tanto, imposible cualquier progreso bajo su mando.

Es singular el uso que realiza el autor de Facundo de la palabra “americanismo”, este se puede apreciar en el siguiente fragmento en el cual retoma una situación histórica como el bloqueo francés a los puertos de Buenos Aires:

“El bloqueo francés fue la vía pública por la cual llegó a manifestarse sin embozo el sentimiento llamado propiamente americanismo. Todo lo que de bárbaros tenemos, todo lo que nos separa de la Europa culta, se mostró desde entonces en la República Argentina organizado en sistema y dispuesto a formar de nosotros una entidad aparte de los pueblos de procedencia europea. A la par de la destrucción de todas las instituciones que nos esforzamos por todas partes en copiar a la Europa, iba la persecución al fraque, a la moda, a las patillas, (…). (Sarmiento 1995:338).

En lo anterior se reconoce, para el autor, una dicotomía mayor. Ya que la “barbarie” ha llegado a Buenos Aires, está ahora organizada en un sistema singular, que busca eliminar todos los vestigios de civilización y apartar a la Nación Argentina de los demás pueblos, los cuales marchan por la senda del progreso, sostenida por los valores europeos. Por este motivo, según Sarmiento, Rosas elimina las instituciones que se intentó copiar de Europa, y persigue a quienes son adeptos a la cultura europea. Se está formando, para Sarmiento, un pueblo bárbaro, que busca alejarse, con orgullo, de todo lo extranjero y civilizado.

Como fruto de los aportes teóricos de Sarmiento puede ser encuadrado en una posición diametralmente opuesta a la que se ubico a Echeverría. De esta manera, si el rioplatense  aboga por un “progreso con bases americanas” es claro que la propuesta de Sarmiento discurre más por lo que podríamos denominar un “progreso por inmigración”, el cual se sintetiza en un modelo de rechazo no sólo a las posibilidades nacionales y territoriales de acercarse a los estándares que plantea Sarmiento como aquellos relativos al progreso (los estándares europeos) sino que el sanjuanino va más allá y concluye que es perjudicial cualquier muestra de americanismo.

A razón de esta mirada, y como único remedio posible para acabar con el atraso, Sarmiento alienta a derrocar a Rosas, y abrir el paso para “el elemento principal de orden y moralización que la República Argentina cuanta hoy, la inmigración europea” (Sarmiento 1995:369). Entonces, la emancipación para Sarmiento significa propiamente emanciparse de la barbarie que identifica en el suelo americano, para atar destinos con la civilización, únicamente proveniente del otro lado del atlántico. “La moral” es propiedad de Europa, y el “orden” sólo es “orden” si imita los estándares franceses, o ingleses.

Conclusiones

A modo de cierre se propone señalar la importancia de volver a pensadores de hace más de siglo y medio, para encontrar en ellos una mirada diversa sobre lo nacional, el progreso y el deber ser de la naciente República Argentina. Fueron estas palabras, atadas a los hechos históricos, las que fueron moldeando los destinos de este suelo. Algunas quedaron truncas como meros intentos, otras triunfaron.

Encontramos en los textos de estos autores un idílico estadio de “tabula rasa” ya que se sitúan en los años posteriores a una revolución, con el diagnóstico de un triunfo a medias protagonizado por sus “padres revolucionarios” y la necesidad de completar su tarea y contribuir a un orden nuevo, para esto se abocaron al intento de darle forma a un Estado -la que ellos entendían conveniente-, dejando plasmados estos intentos en páginas que hoy en día continúan desatando debates.

Por un lado, Echeverría, influenciado por el romanticismo, sostenía la necesidad de clavar el ojo en las entrañas de la sociedad americana, para desentrañar sus necesidades y realizar instituciones que puedan otorgar soluciones reales y de esta manera alcanzar el progreso y la emancipación. Echeverría aporta una mirada socialista al declarar que el medio para alcanzar el progreso será la democracia, y su condición necesaria será la igualdad de clases.

El rioplatense entendía que sin igualdad de clases es imposible una democracia fuente de soluciones. Una sociedad desigual imposibilita que la gran mayoría gobierne siendo representada, lo que degenera en un gobierno de unos pocos. Este es el mal que Echeverría quiere evitar, y para eso propone elevar a las masas a través de la instrucción, y hacerlas responsables de su propio destino.

De esta manera, podemos concluir que la idea de emancipación confluye, para Echeverría, entre la igualdad de clases y la liberación del pensamiento, es decir, dejar de estar atados a la desigualdad, y a las tradiciones e instituciones europeas. La emancipación social es la segunda revolución que pide y por la que trabaja Echeverría.

La idea de progreso se encuentra inexorablemente atada a la  de “lo americano” para Echeverría,  este aporte quedo sintetizado en este trabajo como lo que llamamos la búsqueda de un “progreso con bases americanas”, ya que se pudo observar que la idea de un desarrollo partiendo desde las condiciones materiales de existencia es, para el rioplatense, positiva y necesaria para edificar una nación. Este significado del concepto progreso lleva aparejado un conjunto de instituciones y prácticas nuevas, inspiradas no en las leyes europeas, sino en las necesidades reales del territorio americano.

Por el contrario, para Sarmiento, lo americano representa la barbarie de las campañas, la tiranía de Rosas, y un obstáculo para el progreso. De tal manera que el sanjuanino, habiendo diagnosticado a la sociedad americana, no encuentra en ella posibilidad de desarrollo, sino mediante la inmigración europea, de los pueblos “civilizados”. Esta es la única salida para Sarmiento, aliarse a los pueblos europeos para que ellos encaminen a la naciente Argentina en la senda del progreso.

La posición de Sarmiento queda perfectamente plasmada en las páginas finales de Facundo donde augura la llegada de un nuevo gobierno, y enumera las virtudes que éste poseerá. Plantea que es necesario se derroque no sólo a Rosas, sino también el sistema bárbaro que había desarrollado, para poder encauzar al país en “las mismas vías de conciliación y orden en que marchan todos los pueblos cultos” (Sarmiento 1995:367).

Es por esto que, retomando las categorías utilizadas a lo largo del trabajo es posible concluir que si dibujamos una línea continua y ubicamos en un extremo la matriz discursiva relativa al “progreso con bases americanas”, en el extremo opuesto nos encontraríamos con la matriz que hace referencia a un “progreso por inmigración”. Esta última es la matriz discursiva de la que participa Sarmiento. El sanjuanino sostiene la centralidad de la inmigración como práctica civilizadora. Sarmiento se declara en forma negativa hacia lo “americano”, asociándolo con lo atrasado, lo incivilizado, por contraposición a las principales ciudades de Europa Occidental.

Por lo tanto, a fin de cuentas, podemos señalar que emancipación y progreso resultan ser categorías sumamente importantes para repensar las posibilidades en pugna en cuanto a proyectos fundacionales de nuestro país. Conocer las disputas intelectuales en el origen y en la formación de un modelo de país nos permite comprender las motivaciones e inspiraciones de los sucesos históricos que han transcurrido durante los primeros doscientos años de independencia. Y contribuye, aunque sea someramente, a diagnosticar y repensar el estado de nuestras instituciones, de nuestra ciencia y filosofía.

 

*Joel Sidler (joelsidler@hotmail.com) es estudiante de la Licenciatura en Ciencia Política de la Universidad Nacional del Litoral (UNL).


Bibliografía fuente

  • Echeverría, E. (2009[1838-1846]) “Dogma socialista de la Asociación de Mayo. Precedido de una ojeada retrospectiva sobre el movimiento intelectual desde el año 37”. Editorial Capital Intelectual, Buenos Aires.
  • Sarmiento, D.F (1995 [1845]) El Facundo Editorial Altays S.A. Buenos Aires.

Referencias bibliográficas

  • Esteban, P. (2008) “Esteban Echeverría y sus reglas locales de criterio socialista” en Lecciones y Ensayos Nº 85. Buenos Aires.
  • Jitrik, N. (2009) “Una dogmática laica” Estudio preliminar en Dogma Socialista de la Asociación de Mayo de Esteban Echeverría, Editorial Capital Intelectual, Buenos Aires.
  • Palti, E. (1994) “Orden Político y ciudadanía. Problemas y debates en el liberalismo argentino en el siglo XIX” en Estudios interdisciplinarios de América Latina y el Caribe, Volumen 5. Disponible en: http://eial.tau.ac.il/index.php/eial/article/view/1217/1245

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