Fragmentos transcriptos para Revista Politikón de la conferencia de Enrique Dussel, en ocasión de recibir su Honoris Causa por parte de la Universidad Nacional de Rosario, Santa Fe, el día 26 de Agosto de 2017.
«Ante este público la emoción lo invade a uno pero también la responsabilidad. Aunque hay muchos profesores me voy a dirigir a los estudiantes, que son el futuro. Me interesa que sea un diálogo, no va a haber conferencia ¿Y si no hay conferencia qué hago? Pues doy un testimonio.
Allá en el año 1957 me gané una beca para ir a Europa después de terminar mi licenciatura de filosofía, que eran 5 años. Tomé un barco en Buenos Aires, se requerían 27 días para llegar a Europa. Cuando partimos me quedé viendo cómo Buenos Aires desaparecía de la vista. Dije: “levanto ancla y no sé cuando vuelvo”. No sabía que iban a pasar 10 años. Después de zarpar del puerto de Buenos Aires llegué a Montevideo, como es lógico, pero no conocía Montevideo, no podía decir nada sobre Montevideo. Dos días después llegamos a Río, al Pan de Azúcar, una cosa impresionante, y ya me empezó a entrar preocupación y rabia. Cuando llego a Arrecife me dije “no conozco América Latina”, nada. Había estudiado la historia universal, la Antigüedad, la Edad Media, la Edad Moderna, todo el mundo estudia esa construcción ideológica de los románticos alemanes. Eso de la Antigüedad, Edad Media y Moderna, tiene dos siglos, lo inventaron los eurocéntricos, y en ese esquema no existimos.
Al terminar mi doctorado de filosofía, a los 25 años dije “voy a ir al origen del gaucho”: pasé dos años en Israel, no soy judío pero estudié el hebreo, lo leo, lo hablo para poder criticar al pensamiento griego, para tener un horizonte filosófico cultural nuestro, no griego. Tenemos una cierta historia que me empezó a interesar rastrear desde el origen, por eso el primer libro que publiqué, en Eudeba, se llamó el “Humanismo Semita”. Yo estudié las culturas semitas en un período desde hace más de cinco mil años, origen de mi cultura latinoamericana. Esto me dio una visión de la historia muy distinta a la que había recibido. Pasé cuatro años en Francia, dos en Alemania y ya se acumulaban diez.
Me volví, me ofrecieron una cátedra en Resistencia, nos vinimos equipados, mujer, dos hijos. El primer curso que di se titulaba “Hipótesis para el estudio de América Latina en la historia universal”, ahí empezó la construcción de un nosotros desde nosotros. Zea había escrito que “estábamos fuera de la historia” y efectivamente, la Antigüedad, los griegos, los romanos, una construcción ideológica eurocéntrica, que no dice nada sobre China, sobre la India, el África, y no sitúan a nuestros indígenas, que son el extremo oriente del extremo oriente. Y vinieron todos de allá, son de raza y de cultura extrema oriental. Estaba en Chile, los mapuches, los patagónicos, no sólo vinieron del norte, sino que fueron influenciados por los polinésicos del pacífico sur, las instituciones de los patagónicos venían de Samoa, de ahí partieron a Nueva Zelanda, Australia, Chile y nuestra Patagonia. Que fue conquista del gran genocidio de Roca, que tiene por ahí algunas estatuas que habría que tirarlas, porque es quién destruyó esa gran cultura.
Podría haberse hecho una alianza para constituir este país. La Patagonia Rebelde es una foto de un cazador con un pie sobre la cabeza de un indio, y en la mano otra cabeza. Ahí comenzó la gran “ocupación del desierto” ¿Qué desierto? Si estaba ocupado por una gran cultura.
Somos frutos de lo más occidental del occidente, pero también de lo más oriental del oriente, el choque que fue la invasión de América (no el descubrimiento), y la conquista (que fue un genocidio) hasta tiene una fecha de festejo, el 12 de octubre, día de la raza. ¿Qué raza? ¿La española? Si a los indígenas los matamos. De ahí empieza a surgir la idea de una filosofía nuestra. Pero las currículas eran todas eurocéntricas, entonces uno enseñaba los griegos, la Edad Media, llegábamos al pensamiento actual, continental, con Hegel, Heidegger, uno daba esas cosas.
Cuando llegué en 1966 o 1967, plena dictadura militar, la gente estaba en las calles y uno enseñando una filosofía abstracta que no tenía nada que ver con la realidad. Hasta que un día en una reunión de jóvenes profesores, un profesor trajo un libro de Emmanuel Levinas, que se llama “Totalidad e infinito”. Levinas era un judío, me interesa porque es un perseguido dentro de Europa, pero de nivel europeo. La shoá, el holocausto, fue una cosa tremenda, porque lo mejor del pensamiento alemán, de una comunidad poderosa como la judía que se estaba integrando completamente al pensamiento alemán fue exterminado por el nazismo, pero al propio Levinas le dije en una reunión: “maestro usted trata el problema de la persecución de los judíos en el siglo XX pero ¿Qué le parece los millones de indígenas asesinados en el siglo XVI, y los más de 14 millones de esclavos que vinieron a este continente?”, el me miro y dijo: “eso lo tiene que pensar usted”, pero no porque él se limpiara las manos sino porque no era su experiencia. Entonces tomamos en esa carrera la posta y nos dijimos que ahora ya no podemos partir de las hipótesis europeas, tenemos nosotros que empezar a pensar.
El libro “Totalidad e Infinito” no nos sirvió, porque la totalidad es el sistema dado. Heidegger habla del “ser en el mundo”, in der Welt sein, también Wittgenstein habla de eso en la primer tesis, la totalidad de los hechos son el mundo, entonces el mundo de la totalidad es el ser. Y Parménides dijo “el ser es el no ser no es”, algunos dirán “obvio, para qué lo dice”, pero la cosa es distinta: para Parménides el ser es griego, el no ser son los bárbaros, los africanos, los asiáticos, los europeos que estaban al norte de Grecia, por ejemplo Macedonia -de donde venía Aristóteles- que a pesar de ser un gran discípulo de Platón, lo echaron cuando se murió su maestro.
El ser es, el no ser no es. Heráclito dice de Efeso que el logos está dentro de los muros de la ciudad, y más allá del muro están las multitudes, los bárbaros. Llegando una vez, hace muchos años, a Efeso, vi un valle inmenso con unas montañas y arriba de las montañas unas cositas blancas. En una maqueta de la ciudad pude ver los muros de Efeso, y entendí lo que dijo Heráclito, los que están del muro hacia dentro son humanos, los griegos y los que están en los muros para afuera no son humanos, el no ser de Parménides. Entonces yo, gracias a Levinas, me descubrí no ser, como latinoamericanos no somos: hasta hoy para el Señor Trump no somos. Ahora en Alemania, nadie se pregunta en la Deutsche Welle de donde vienen los migrantes sirios, nadie se pregunta por qué vienen. Pero no se imaginan que Bush y sus compinches han destruido Siria e Irak, la Mesopotamia, ahí estaba Babilonia, Bagdad.
Bagdad es una ciudad devastada, Bagdad es Roma, Londres, París y Berlín sumadas en el mundo árabe, centro del continente euroasiático que llegaba a la China, Kabul, la India y hasta Filipinas. Bagdad fue el centro del mundo euroasiático desde el 750 hasta el 1250, cuyas dos islas de contorno son Japón e Inglaterra y ese Bagdad ha sido absolutamente destruido. Estos días ha habido unas batallas en Alepo, y Alepo es el lugar donde en el año 860 un sacerdote bizantino tomó los textos de Aristóteles y lo tradujo del griego al árabe. Alkin empieza trabajando en Aristóteles, la matemática, la astronomía y la filosofía aristotélica empírica. De ahí pasa a Bagdad, la casa de la sabiduría, los más grandes matemáticos del siglo X, XI, XII, nuestros números son arábigos. En Bagdad, sabían que el sol era el centro del sistema solar, mucho antes de Copérnico y Galileo.
Los chinos sabían en esa época no solo los recorridos de los planetas, sabían que las trayectorias no eran redondas sino ovoides, y sabían el año de Venus, Marte, Júpiter. Los europeos todavía creían que la Tierra era el centro. No tengo tiempo de mostrar la ignorancia de Europa en la Edad Media, que no es más que una Europa sitiada por un mundo musulmán, que no era feudal ni estaba en la Edad Media porque era un mundo urbano, comercial, científico-tecnológico, era lo más avanzado junto a China.
Me fui de tema, pero era para indicarles que todo lo que me habían dicho era una fabricación ideológica. El primero que lo expresa con coherencia y que su teoría se mundializa, es el señor Hegel, es la primera expresión del eurocentrismo de los románticos hecho sistema. Entonces había que rehacer todo. Y bueno, lo empezamos a rehacer. Eso empezó con un grupo de filósofos que nos reuníamos en Calamuchita (Córdoba) allá por el año 1969 o 1970 y empezamos a pensar las cosas de América latina, desde el no ser, desde el otro y empezamos a darnos cuenta que los que nos habían contado era importante, pero era falso. Nosotros no sabíamos lo que éramos, lo que ha ido creciendo hasta llamarse hoy la “descolonización epistemológica”. Es una filosofía sistemática, no son algunos brochazos; es un sistema abierto, pero es un sistema, en el sentido de que tiene categorías definidas y se van poco a poco desarrollando partes de ese sistema y todo empieza por la crítica histórica y a la ontología donde el centro es Europa y es desde Parménides hasta Heidegger, pero no solo: también Habermas, Foucault son eurocéntricos, y hasta Agamben. Es decir, para ellos es imposible pensar desde otro lugar.
La hipótesis es muy simple, pero de una fecundidad infinita. Hermann Cohen en Metaphisik und Religion dice que el método consiste en situarse en el lugar del pobre y desde ahí hacer un diagnóstico de la patología del Estado. Ese es el método, hay que situarse, no en el centro de Rosario, en la periferia, en algún barrio de miseria, no desde las calles centrales que les muestran a los turistas, hay que situarse desde la negatividad. Y situándome ahí veo las cosas muy distintas, ahí se ve la negatividad y pensar esa negatividad es una temática ética, y se está criticando políticamente la ontología desde lo que Levinas llama una “metafísica más allá del horizonte”, más allá del muro de Heráclito. En lugar de situarme adentro del muro y decir “ahí viene la barbarie” me sitúo más allá del muro y digo: “ahí adentro esta la dominación que me ignora y si me ignora es falso”. Y soy más universal que el ser, porque conozco al ser y al no ser, somos más, no universales, pero más mundiales que los europeos. Y eso en todos los niveles, desde la ontología hasta la ética, yendo al oprimido, al negado ¿Y a cuál negado? Todos ¿Y desde qué totalidad? Desde cualquier sistema.
Descartes dice ego cogito, ergo sum, pero sobre todo ego cogito, comitatum, es decir “yo pienso lo pensado”, y lo pensado para Colón es el indio, pero si yo me sitúo en el Indio y a Colón lo veo desde fuera, entonces comienzan un otro discurso deconstructivo de la totalidad ontológica.
Fíjense cómo funciona la Filosofía de la Liberación, el mundo machista es constituido por un ego fálico, la mujer es objeto sexual y se descubre como no falo, castrada, es la ontología de Parménides aplicada a la erótica. Y entonces, ¿Cómo piensa la filosofía? Me tengo que situar en el objeto, pero no es solo objeto, un ente dominado dentro del mundo: la mujer es más que objeto porque guarda exterioridad con respecto a ese machismo y ahí entra la categoría de “exterioridad”, que es fundamental. Marx lo tiene clarísimo, Lukács se equivoca cuando piensa que la “totalidad” es la categoría fundamental de Marx.
La mujer no es castrada como sostiene Freud, sino que es una positividad en su mundo, activa, que se define desde ella, se opone a la castración del sistema y crea una nueva relación varón-mujer o entre los sexos (incluyendo gays, lesbianas) más allá del ser. Puedo aplicar la ontología a la erótica, a la pedagogía y ahí está Paulo Freire, lo puedo aplicar a la economía y eso es Marx.
Marx cumple con las categorías exactas de la Filosofía de la Liberación de una manera que ni Engels descubrió. Dirán que este profesor ya está exagerando, pero Marx sostiene que en el plus tiempo, de plus trabajo, el obrero más allá del trabajo necesario, donde reproduce el valor del salario, crea valor de la nada, porque no le pagan para producir el plusvalor, el capital no paga: lo saca de la corporalidad viviente. Y en esa argumentación usa la expresión schaffung auch nichts, es decir, creación de la nada, la metafísica semita. Ningún autor ha visto eso y lo he discutido en el Instituto Marxista-Leninista de Berlín en 1984 con los que editaban y editan Marx en alemán.
La Filosofía de la Liberación puede hacer una erótica del género, una pedagogía, una política, una economía. La filosofía de la economía es una materia central. Está publicado el quinto tomo de mis trabajos sobre Marx, sobre economía política, y realizo una interpretación filosófica, porque Marx era un gran economista y un gran filósofo: si lo leen solo los filósofos no lo entienden y si lo leen sólo los de la facultad de ciencias económicas, menos. Marx está hablando con categorías filosóficas muy precisas, categorías hegelianas contra Hegel, aunque el “contra Hegel” no es lo que se piensa y hay que replantearlo.
La tarea es de repensar toda la filosofía, y sin complejos, en eso estamos más adelantados en la visión filosófica del mundo que los europeos. Yo cuando leo a los últimos en filosofía política, Nancy, Agamben, las interpretaciones de Walter Benjamin, Carl Schmitt, y tantos temas, los entiendo, pero son provincianos: plantean desde Europa los temas, no se sitúan en las colonias, no saben cómo explicar eso a uno en Nigeria. Habermas no puede hablar sino a un alemán o a un norteamericano y resulta casi incompresible a los demás.
Apel es el maestro de Habermas, un lógico riguroso, que ha hecho el mejor estudio sobre el pragmatismo y ha logrado digerir el pensamiento analítico abstracto metiéndolo en una pragmática. Pero ya puestos a dialogar con él fuimos mas allá, porque él habla de la “comunidad de comunicación”, porque para realmente llegar a algo válido tienen, los argumentantes, que ser simétricos: si no había simetría era necesario saber cómo hacer para que el que no es simétrico llegue a ser simétrico, para empezar la discusión. Dijo Apel que quizás la Filosofía de la Liberación podría ayudar como ética complementaria a que el que no es simétrico llegue a ser simétrico, pero no por la discusión sino por otros medios. Entonces propuso un dialogo conmigo, pero no para hablar con un filósofo del tercer mundo: lo hizo para ver si yo le podía solucionar un problema, siempre bajo la égida de su ética del discurso.
Yo entendí lo que propuso, pero fui mucho más allá, porque puede haber consensos en un sistema y haber otros que no son simétricos pero son a su vez los dominados. Por ejemplo, las mujeres dominadas por el machismo, no pueden dialogar de iguales por ausencia de simetría, pero si se reúnen entre ellas y forman una comunidad de comunicación del feminismo, ahora si son simétricas, y llegan a acuerdos. Esos acuerdos feministas están en contra de los acuerdos machitas, por lo que, en la terminología de Habermas, se descubre la existencia de un consenso dominador y de un consenso crítico. Y ahí estamos en presencia de una Filosofía de la Liberación.
Tomé a Apel, lo digerí, y creció la Filosofía de la Liberación, porque tomo toda la pragmática. De ahí sale una doctrina de legitimación política. No es ya una filosofía solamente latinoamericana, es un filosofía mundial: donde hay un oprimido va a ser necesaria una Filosofía de la Liberación.
Y a medida que esto ha crecido, también hemos entendido que nuestras élites y nuestros colegios de filosofía en gran parte son coloniales, son eurocéntricos, repiten a los autores clásicos. Pero la filosofía no debe pensar sólo en la filosofía, debe pensar la realidad: Rosario, y si no puedo pensar lo que pasa a la salida de la facultad en Rosario, soy un mal filósofo.
Antes de las clases yo leo el diario, y les digo a mis alumnos que salió tal cosa en el diario, que ese va a ser el tema de hoy. Decía Hegel, leer el diario son los maitines del hombre contemporáneo. Los maitines son una oración que cantan los monjes a las tres de la mañana para preparar la aurora: Hegel dice que leer el diario es entender el desarrollo de la historia, pero como para Hegel la historia es una Heilsgeschichte, una historia sagrada, porque es el desarrollo de Dios, leer el diario es un acto teológico. Hay que leer el diario e interpretarlo filosóficamente. Así, cuando el alumno se da cuenta de que a la filosofía no es que haya que aplicarla a la realidad sino que surge de la realidad, sale de la clase y va a la calle y no tiene que preocuparse por cómo se aplica, sino que sale y entiende la realidad, porque hemos estado hablando de ella todo el tiempo. No hay que aplicar la filosofía, hay que inducirla de la realidad y hay que enseñar a pensar desde nosotros».
* Transcripto por Joel Sidler (sidlerjw@gmail.com), Licenciado en Ciencia Política por la UNL y parte del Comité Editorial de la revista.
** Enrique Dussel es especialista en ética, política, y filosofía. Autor de más de 50 libros en diferentes lenguas y fundador, con otros, del movimiento de la Filosofía de la Liberación.