La Integración Regional en América Latina y su Talón de Aquiles

La Integración Regional en América Latina y su Talón de Aquiles

Por Welmy Rojas //

La Abya Yala, o América Latina y el Caribe, es un sub continente con grandes “riquezas” de orden ambiental, biodiversidad, energético, mineral, entre otros; que la hacen una región privilegiada y con las condiciones ideales para lograr un desarrollo económico, social y político. Sin embargo, los escenarios establecidos por el canon capitalista de desarrollo tradicional han supeditado a esta región a la periferia, al subdesarrollo, al tercer mundismo, a la explotación y a la división regional. Muchas han sido las propuestas de integración territorial en Nuestra América pero sólo han quedado establecidas como pequeños intentos que no se han traducido en verdaderas realidades, terminando en la réplica de modelos foráneos que sólo responden al capital trasnacional.

Nuestros libertadores concibieron una idea integracionista concebida desde nuestra propia realidad, en un proceso histórico pensado desde lo autóctono, y no como una réplica de modelos de integración exógena, porque de allí derivan las grandes dificultades y la socavación de nuestra realidad como unidad latinoamericana. En las ideas de unión ante el Congreso de Panamá solicitado por Bolívar esto quedó mostrado; la Gran Colombia o Colombeia (Miranda) fueron nociones de que era necesario unirse para marcar el rumbo de un verdadero desarrollo, pero como diría Bolívar (1829: 1) “parece que está destinado que Estados Unidos plague de miseria a la América en nombre de la Libertad”; esta paráfrasis del libertador era casi revelador lo que sería más adelante la realidad de nuestra América.

Pasos para concebir una integración regional es lo que nos hace falta para nuestra propia consolidación. Pero hasta la misma forma de concebir a los Estados–Nacionales de América Latina y el Caribe es exportada desde el pensamiento europeo, y no bajo una concepción propia que nos diferencie del resto. No es una competencia estéril, sino que cada cual debe generar, producir y enmarcar pensamientos propios, pues las regiones tienen un universo de realidades que las separan, y para poder avanzar éste debe estar en función a su realidad. Por ello, una de las debilidades de nuestros países puede pensarse en función a que no se concibe una teoría de integración propia, sino que es copia balurda y que, adicionalmente, conlleva imposiciones del pensamiento imperial, que socaba toda creación del pensamiento.

La idea de afrontar a las realidades internacionales y sus retos desafiantes hace que sea necesaria la promoción de una integración regionalista de verdad, que permita desde el orden político superar el tradicionalismo económico en el cual han estado subyugados.

Dentro de ese auge de consolidación de los Estados en Nuestramérica, se generaron desventajas (el caudillismo, las Guerras Civiles, liberales y conservadores) que promovieron perder la visión de lo que era necesario para nuestra región, como lo es educación, salud, alimentación, unión internacional, desarrollo económico y social. Mientras ese abandono existía, nuestra región sufría lo que se puede llamar los abusos internacionales de saqueo económico, al convertirnos en periferia y ser dependientes de la potencia de turno: EE.UU.

Para Bermúdez (2011:5), hay cierto optimismo en lo que refiere a la integración regional:

A pesar de los innumerables problemas que se le ha presentado a la integración regional, la interdependencia económica ha crecido sustancialmente desde los años sesenta. Los acuerdos de integración económica tuvieron un efecto positivo en el comercio de bienes manufacturados y en la financiación del comercio. Por lo menos a partir de las últimas tres décadas las agrupaciones regionales se han constituido en la herramienta más reiterada para enfrentar los retos impuestos por la economía mundial (especialmente, éstas se han hecho más frecuentes desde la década de los años noventa)

Los primeros indicios de integración concreta (si es que se le puede llamar de semejante forma), los podemos ver lo que se denominó la Teoría de la Dependencia y las concepciones y nacimiento de la CEPAL (con Raúl Prebisch, como uno de sus máximos exponentes). La necesidad de promover un desarrollo en la región, su industrialización, ampliar los mercados y salir de las exportaciones de materias primas hace de la Cepal un formato que para muchos iba a permitir salir del fenómeno de la dependencia y conquistar el remonte integracionista que tanto se pretendía. Pero en efecto nada de esto se concretó, solo se transformó en una herramienta de control de la potencia occidental y seguía respondiendo a sus intereses: ni la industrialización por sustitución de importación ni el keynesianismo fueron las grandes ventajas para América Latina ni mucho menos la Cepal que traía, años después, la premura del Consenso de Washington.

Una vez más América latina se ve contrariada por sus pretensiones de desarrollo e integración, pero bajo la emulación de modelos de integración económica replicados en otras regiones que solo fortalecen la concepción internacional del Neoliberalismo y la conducen al mismo lugar, a la dependencia de las grandes potencias extranjeras.

Otro de los errores de la región es pretender que la integración sólo sea a partir de lo económico. Mientras se tenga esa visión, siempre se responderá a lo mismo, centro – periferia, o a lo que los marxistas denominan dominadores y dominados. Naciones que tienen la oportunidad de mejorar sus condiciones si se empieza a tomar ópticas desde lo propio y promover una teoría eficaz y original, y allí el nudo de partida para hacer una genealogía del por qué de las condiciones actuales, cambiar las razones de poder y no concebirla como un hecho aislado del proceso para evitar factores que impidan la real integración regional.

En estas circunstancias, conocemos muchos modelos de integración determinados por el aspecto económico, casos como Aladi, Caricom y Mercosur, por solo mencionar unos cuantos, no hace creer que detrás del mismo está la conceptualización de promover lo mismo sin cambiar nada: responder al Capital y su acumulación.

Para  Bermúdez (2011:5):

La hegemonía estadounidense en el ámbito económico impidió una integración sólida. No obstante, lo paradójico es que durante gran parte del siglo pasado -e incluso ahora a comienzos del siglo XXI cualquier propuesta integracionista tuvo que considerar qué papel jugaba dicho país, dada su enorme incidencia en los destinos de la región.

Y siempre lo va estar, pues es el interés de toda potencia y su capacidad de controlar a sus servicios y promover casi de manera unánime una respuesta al capital extranjero. Cualquier forma de integración que trate de violentar este principio, se transforma en el principal enemigo de la “estabilidad regional”, una amenaza para “la libertad y la democracia”, entonces comienzan los intentos de boicot por parte de la potencia regidora del capital y el desarrollo.

En los noventas, Argentina y Brasil comienzan un gran auge de intercambios internacionales entre ambas naciones que le dio premura al nacimiento de lo que hoy es el Mercado Común del Sur (MERCOSUR); con las incorporaciones de Paraguay y Uruguay, según este mecanismo, permitirá eliminar ciertas trabas arancelarias, como el caso de la Comunidad Andina de Naciones, y su éxito. Este mecanismo de integración nace con el hecho de expandirse por el resto de la región; alcanzar, a partir de lo económico, cambios sustanciales en la infraestructura de integración y desarrollo, pero nada de esto fue provechoso, que hasta el momento de hoy se encuentra paralizado el mecanismo para reinventar una ingeniería que permita evolucionar el mecanismo, ahora con la incorporación de Venezuela (como potencial energético) permita dar avance al movimiento mercosuriano.

Precisamente en los noventas comienza la apertura al libre mercado ya con la experiencia en América del Norte, se hacía necesario aplicarla a toda la región y ahondar el sometimiento de estos países. Pero justo a inicios del 2000, los cambios de gobiernos que responden a una ideología izquierdista o progresista, colocan en revés a las pretensiones estadounidenses de subordinar a estos países a su interés, y es cuando la mayoría de la región decide no ceder a los intentos de consolidación del ALCA en América Latina y el Caribe, y en esfuerzo de esto comienza en marcha bajo Cuba y Venezuela, la conformación de un mecanismo que permita fundamentar la integración verdadera pero bajo otros principios que no sean egoístas y que permitan generar un avance – para que las naciones compensen las asimetrías económicas e involucren a otras a la idea albista: este modelo estaría destinado a defender los intereses de los pueblos y permitiría por otro medio lograr un desarrollo social y económico.

Otro modelo que nace es el de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), un organismo multilateral que sustentaría la idea de integración, dirimiría las divergencias entre las naciones y funcionaría como un foro muy similar a la Unión Europea, y ésta enmarcaría el modelo integracionista, sin la inclusión del Caribe y Centroamérica.

Para Bermúdez (2011:5):

En el momento, en UNASUR predominan los criterios intergubernamentales. Es decir, se preserva los márgenes de maniobra nacionales. Además, no existe un mecanismo jurisdiccional. Pensando en la integración regional a futuro, es importante que el ingreso de nuevos miembros dependa más del consenso político, que de normas comerciales inamovibles

En este sentido esto no quiere decir que el mecanismo sea un fracaso, pues también ha permitido que el foro, tomar diálogos políticos y, además, permite comprender las realidades dinámicas de la región. En un futuro cercano se dice que el mecanismo permitirá la concreción de la integración real de la región, pero se hace necesario una muestra verdadera de ganas de poder deslastrar del discurso y del accionar cotidiano a la existencia de las individualidades nacionalistas, que permitan generar un proceso de construcción conjunta de mecanismos para sobrellevar los problemas internos de cada Estado Miembro y dar apertura a la incorporación de naciones centroamericanas y caribeñas.

En este orden de ideas, hace su aparición la iniciativa de la CELAC, como un mecanismo superior que pretende aglutinar a los modelos de integración existentes en la región y lograr el pensamiento de los libertadores del siglo XIX; pero si hacemos un análisis de los sistemas de integración y de los que se están dando inicio, evidenciamos debilidades: en este sentido podemos ver los problemas internos de cada nación, las confrontaciones entre naciones, las diferencias ideológicas, los intereses estatales y las construcciones de maneras estériles de nuevos y nuevos mecanismos de integración que no llegan a concretarse y ya se está pensando en otro; es decir el mecanismo aún no muere cuando ya se piensa en otro.

Para Bermúdez (2011:27), las dificultades del fallido progreso de los mecanismos de integración se explican por lo siguiente:

En el momento en que toma mayor fuerza el discurso de integración regional, se registran variados conflictos bilaterales; pese a todas las declaraciones públicas de cumbres exitosas, el desarrollo de un gran número de conflictos bilaterales es síntoma de una realidad sumamente complicada; con la característica que en la actualidad se presentan conflictos que no responden únicamente a las agendas del trazado de los límites fronterizos, sino que obedecen a otras razones vinculadas a cuestiones económicas o políticas.

Es por esto que se sigue frustrando: las sintonías de los estados involucrados no se supeditan a los intereses integracionistas y mientras esto sucede, las potencias noratlánticas juegan a que estos mecanismos sigan fracasando; porque hay que recordar que esto no le es favorable al modelo capitalista, su manera de subsistencia es que sigan existiendo dominados, la prevalencia de los países periféricos es la forma de que su modelo exista, con un falso discurso de crecimiento económico, que se traduce según en ello en mayor bienestar y camino al desarrollo bajo la premura económica. América Latina y el Caribe necesitan generar un pensamiento libre de factores culturales atrasados, porque el pensamiento europeo no es más que un pensamiento fracasado al ponerse en práctica. Es hora de promover un pensamiento original, porque mientras se siga copiando modelos y mientras no eliminemos nuestras diferencias domésticas, seguiremos siendo el punto débil de nuestras grandes fortalezas. Podremos ser fuertes en recursos y energía, pero débiles de accionar político y de pensamiento innovador. La pregunta sería: ¿cómo superar nuestras debilidades y transcender a la Integración de América Latina y el Caribe?

 

*  Welmy Rojas (welmymichel@gmail.com) es Licenciado en Ciencia Política por la Universidad Bolivariana de Venezuela (UBV).


Referencias Bibliográficas 

  • Bermúdez, C. (2011): “MERCOSUR Y UNASUR: Una mirada a la integración regional a comienzos del siglo XXI”. Revista Análisis Político, Medellín – Colombia
  • Bolívar, S. (1829): “Carta al Coronel Patricio Campbell”.

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *