Ramiro Fernandez: «Quienes habitamos la periferia tenemos la capacidad de pensarnos»

Ramiro Fernandez: «Quienes habitamos la periferia tenemos la capacidad de pensarnos»

Con motivo de la publicación de su último libro “La trilogía del erizo zorro: redes globales, trayectorias nacionales y dinámicas regionales desde la periferia”, charlamos con Victor Ramiro Fernandez acerca de las transformaciones del capitalismo, el actual panorama global y sus repercusiones en la región.

¿Por qué el nombre del libro es “La trilogía del erizo zorro”?

El libro tiene un prefacio bastante largo que es el único momento donde se menciona el título, sus componentes y el porqué. El nombre no aparece nunca más en el libro. La génesis verdadera es que hace unos cuantos años atrás estaba en Colombia dando un seminario y paseando a la noche por el casco viejo de Bogotá con un profesor amigo, muy conocido en el ámbito regional y de los estudios regionales, Edgard Moncayo Jiménez. Él me preguntó si me consideraba más un zorro que un erizo y comenzamos a charlar sobre esa historia. La recupera un politólogo que se llama Isaiah Berlin, dice que el zorro sabe muchas cosas pero el erizo sabe una sola. Me pareció una combinación interesante para abordar lo que quería en el libro: desde la periferia, desde el sur, interpelar las teorías que se producen en el centro capitalista y que se transfieren a la periferia, generalmente de forma no sé si acrítica, pero sí por lo menos hegemónica. El zorro va utilizando distintas tácticas para abordar cada teoría, lo hace con el elemento envolvente de esas teorías y con sus abordajes más particulares. Por el otro lado, la lógica del erizo, busca entender al sistema capitalista desde una epistemología que resalta la dinámica sistémica y contradictoria del mismo, penetra los procesos globales, las trayectorias nacionales y las dinámicas regionales. El libro interpela desde esa lógica, a las teorías (Variedades de capitalismo, Cadenas de Valor y el nuevo regionalismo) que convergen en no tener ese elemento sistémico contradictorio como parte de sus dispositivos.

¿Qué implica comprender al capitalismo como un sistema históricamente constituido?

Una cosa interesante, creo, es que en cierta medida hay una melancolía en la contribución que tiene el estructuralismo latinoamericano y la teoría del sistema mundo que es intentar entender al capitalismo como un sistema integrado, con particularidades y especificidades históricas que son demandantes de estudios particularizados -dentro de un sistema que se instala como tal- y que no tiene una forma centralmente armónica de reproducirse, sino que tiene una forma estructuralmente contradictoria. Tiene múltiples contradicciones y una de ellas es la forma centro-periferia, que no es estática sino históricamente situada y cambiante. Tiene esa paradoja, que posee un elemento de fuerte permanencia con grandes transformaciones. El libro va dialogando entre esa lógica de permanencias y mutaciones.

En el libro, afirma que el capitalismo está atravesando un proceso de grandes transformaciones. ¿Cuáles serían los principales cambios?

El libro lo primero que plantea es que permanece la estructura centro-periferia. Lo primero es entender por qué hay una permanencia y luego preguntarse por los cambios. Dentro de los cambios hay una permanencia. Ahí es necesario volver a esa estructura sistémica de centro y periferia, indagar con qué lógicas funciona y por qué las teorías que explican estos procesos desde el norte no dan cuenta de esa lógica. Después, por el lado de los cambios, es interpelado desde una lógica que se pregunta por qué dentro de esa permanencia aparecen procesos como el dinamismo del sur global (entendido como un todo), y después por qué al interior de ese sur global aparecen lógicas diferenciadoras. A mí me parece que esa lógica diferenciadora debe explicar dos procesos: por qué el centro continúa teniendo predominio a pesar de que el sur se dinamiza y por qué al interior del sur global aparecen otros centros dinámicos que pueden volver a subordinar la periferia latinoamericana. Esas preguntas son muy importantes. La otra pregunta que me parece importante es ¿por qué aún los sectores que logran salir de la periferia a esos centros dinámicos permanecen construyendo desigualdades sociales y espaciales?

Dentro del sur global ¿Qué rol ocupa el BRICS en ese proceso de dinamismo?

El libro se centra más en las trayectorias diferenciadas entre América Latina y el Sudeste Asiático. El famoso “vuelo del ganso” en Asia y cómo surge China dentro de ese proceso, que claramente no es un repollo dentro de ese proceso. Con respecto al BRICS, si bien no es un tema que se aborde centralmente en el libro, se lo puede pensar como un espacio que abre una ventana estimulante para pensar en qué medida esas relaciones al interior del sur pueden formar nodos contrahegemónicos fuertes, pero no hay manera de quebrar la estructura céntrica sin abrir un nodo fuerte que se articule al interior del sur.

Dentro de ese proceso de integración no sabemos hasta dónde llega el dinamismo de la India, es un país enorme, complejo y con una desigualdad económica muy grande que al mismo tiempo crece con una velocidad enorme, a tasas que compiten con China. Sin embargo, es un país que no logra industrializarse. Por el otro lado Brasil está atravesando una crisis, era la promesa latinoamericana para el desarrollo y ahora muestra una economía con un grado de deterioro muy fuerte sumado al componente institucional, va retrocediendo el campo de la industria y no rompe con su estructura re-primarizadora ni con la dependencia financiera; es un país enormemente subordinado. El otro elemento es Rusia como un país que tiene un potencial militar geopolítico muy fuerte sin tener un correlato en la estructura económica equivalente, lo que implica una tensión con China que es el único país de los que compone el BRICS que tiene una combinación de potencialidad económica, procesos de industrialización y poder militar. Es el único país que en todas las dimensiones geopolíticas desafía a los Estados Unidos. Esto invita a pensar a China seriamente y a estudiarla seriamente, así como su relación con Sudamérica. Pero hay que estudiarla dentro de ese contexto, de lo que ha hecho el Sudeste Asiático, cuáles son los países que influyeron, cuáles son sus elementos.

El libro lo que intenta es no solamente describir procesos históricos, sino que busca construir los instrumentos teóricos que no están presentes en las teorías mainstream para entender cómo se va dando ese proceso de dinámicas al interior del sur, y cuáles son las herramientas de construcción que lo conforman. Para mí, un elemento central es entender qué son un “centro de respuesta” y un “centro de acumulación”. El este asiático logró formar centros de respuestas, pero es necesario indagar en cuál fue el contexto geopolítico en el que surgió, cuales fueron los elementos internos de cada país en cuanto a sus núcleos estatales, como configuraron su centros de acumulación; todo esto lo comparamos con otros procesos que tienen una dirección inversa (Ej: América Latina), donde los “centros de respuesta” operan en una lógica que re-fortalecen la condición de periferia.

En el libro habla de tres dimensiones a tener en cuenta: las redes, las regiones y los Estados-nación, ¿Cómo se vinculan estas tres dimensiones para pensar el desarrollo desde la periferia? Y ¿qué implica pensar el desarrollo desde la periferia del sur global?

Justamente, significa pensar revirtiendo el sentido que se le da desde el centro a esas categorías. Primero, pensar que las redes no son las constructoras de un mundo plano. Que las redes tienen estructuras de poder de subordinación, y que las maneras de articularse con esas redes pueden ser cualitativamente diferentes: de subordinación o de fortaleza y, desde ya, tienen que ver con introducir al Estado más centralmente en esa planificación. Si mirás la interpretación de las variedades de capitalismo, en relación a las redes, son enfoques nacionalistas metodológicos en el cual el Estado tiene el papel de una institución más. Por lo tanto, los que trabajan las redes plantean, por un lado, redes a las cuales todos deben incorporarse con alguna cualificación que no está explicada claramente en términos de: en qué medida al incorporarme a una red voy a detentar el poder de la misma. Entonces, la crítica a cadenas de valor es que el mundo ve las redes como un elemento central para entender la dinámica del capitalismo pero bajo una lógica que licua el tema del poder por completo, se introduce al Estado en ese conflicto pero como una institución más sino y no como un centro nodal de articulación de fuerzas endógenas para articularse y sostenerse. Para desarrollar un proceso que permita cualificarse mediante la inserción en el mercado global, hay que pensar si ese proceso se va sostener sobre ciertos nodos espaciales dentro del espacio nacional (islas de producción locales), o si vas a pensar una estrategia nacional-espacial integral.

Por lo tanto, lo regional aparece como un desafío de ser parte de un proceso más integral, pero también como una amenaza: lo regional puede implicar la fragmentación. En este debate, el libro va jugando con las teorías del nuevo regionalismo que son funcionales a los procesos de fragmentación.

¿Cuáles cree que han sido las respuestas desde América Latina frente a los cambios que se han producido en el sistema capitalista? ¿En qué medida estos cambios constituyen una oportunidad para el crecimiento económico y para el desarrollo regional?

En ese sentido, el libro tiene una mirada crítica de las teorías para entender la mirada crítica que hay sobre América Latina. Básicamente, el argumento es que los países y regiones que tienen centros de respuestas necesitan formar imperiosamente núcleos de acumulación con mayor grado de endogeneidad y dinamismo. Esto solo se logra cuando hay Estados, a nivel de los espacios nacionales, que se integran macro-regionalmente, que tengan capacidad de motorizar esos procesos de acumulación. América Latina tiene una historia de extravío en ambas direcciones, por un lado no tiene ningún espacio nacional que haya podido constituir esa dupla de núcleos, tanto el de acumulación como el de implicación estatal. Por lo tanto, nunca pudo generar un sistema de transmisión hacia el plano regional, ni existió un país que funcione como ordenador estratégico. Con lo cual la región termina siendo capturada por la geopolítica externa: básicamente por la hegemonía norteamericana que sobrevino a la británica.

También por el poder de las clases dominantes latinoamericanas que tienen la capacidad de capturar al Estado para articular sus intereses privados con los actores externos (empresas trasnacionales y organismos financieros de crédito). La sociedad latinoamericana en lo estructural no ha variado. Esto la conduce hacia los mismos resultantes: una inserción externa muy débil, sumado a una estructura socio-productiva muy heterogénea, fragmentada y excluyente. Al mismo tiempo tiene un conjunto de elementos debilitadores que le impiden revertir esto: no tiene una estructura estatal con capacidad de alterar el esquema acumulativo. Eso puede sonar como un elemento muy desesperanzador pero, yo creo que, debe formar parte de una plataforma de diagnóstico de orden científico para la región, que indique cuáles son las estructuras a transformar.

Esta conclusión, abre el diálogo con el estructuralismo latinoamericano seriamente. Nos abre la posibilidad de recuperar la trayectoria teórica de pensarnos como región, como centro de respuesta conjunto, no como un centro aislacionista que quede como una tribu dentro del sistema planetario, sino como un espacio que quiera articularse al sistema capitalista desde otra lógica, que no sea de subordinación. Ese es un poco el desafío, pensar al espacio de inserción, pensar que el Estado tiene diversas escalas, que tiene poder, que tiene redes con las cuales tiene que interactuar, pero que hay un desafío el de construir estatidad.

¿Cuál cree que es el principal aporte que pueden hacer las Ciencias Sociales pensadas desde la periferia a este debate del desarrollo?

El primer aporte que podemos hacer es pensar que nosotros, los latinoamericanos y quienes habitamos la periferia, tenemos la capacidad de pensarnos a nosotros mismos. Un poco, una de las provocaciones del libro es decir “mirá yo puedo pensar todas estas dimensiones, todas estas teorías y hacerlo desde la periferia”. El aporte del libro es provocar en las ciencias sociales la idea de que ya hubo un registro en Latinoamérica que tiene esa paradoja con Asia, nosotros tuvimos la teoría y ellos tuvieron la construcción (económica y estatal). Una manera de aportar es construir un instrumental idiosincrático propio. Este es una característica extremadamente perdida en Argentina.

En el libro afirma que los países centrales mantienen su rol como tales debido a una fuerte política de proteccionismo a sus capitales, sin embargo las recetas económicas que se producen para los países subdesarrollados sostienen que es necesario una mayor grado de liberalismo en términos comerciales ¿Qué opinión te merecen esas recetas? ¿Por qué cree que los discursos y prácticas de las clases políticas latinoamericanas lo aceptan de manera tan acrítica?

El libro tiene ese doble registro, por un lado decirles a las ciencias sociales que tiene que pensar situadamente para interpelarnos sobre nuestra capacidad endógena de crecimiento. Pero al mismo tiempo, ir más allá de las ciencias sociales, busca interpelar a quienes tienen que ver con la construcción de la capacidad política institucional de una sociedad en la cual los actores tienen que tener capacidad de pensamiento estratégico. Hay un elemento de desafío estratégico de recuperar el categorial y los instrumentos conceptuales, también de aquellos que protagonizan la construcción estatal. Ese pensarse es también pensar, incluso, conociendo cuáles son las estrategias con las que se mueven los demás actores en juego.

En cuanto a lo que hacés referencia en tu pregunta, hay discursos oficiales que se producen en el centro. De modo que hay prácticas de lo que se llama el mundo implícito y el explícito de la política. El mundo implícito es el mundo que no se ve, que está tras bambalinas, por ejemplo Estados Unidos es un país que hace muchos años que es un país desarrollista, no sólo que protege sus mercados y que no te deja entrar limones (que eso es algo común en el mundo del comercio), digamos que existen elementos más de fondo todavía. Es un Estado que tiene una capacidad militar enorme, una inversión en infraestructura de investigación científica pública, por lo que una enorme parte de los avances tecnológicos parten de iniciativas estatales. Entonces construye una infraestructura para su capital gigantesca.

Por otro lado, China, en este momento no hay forma de explicar su crecimiento sin contemplar el rol que tiene el Estado. Primero, en controlar el sistema financiero; segundo el rol que desempeña al armar sus infraestructuras; tercero el rol del Estado en condicionar a los actores externos en su forma de ingreso a China; cuarto, el papel de condicionamiento sobre qué tienen que hacer sus actores internos para insertarse en las redes globales. Todos estos elementos no tienen que ver con “abrirse al mundo”. Tiene que ver con países que se insertan en el mundo y se posicionan desde un proyecto político. Pensarlo de otro modo es de una ingenuidad, que tiene solamente basamento ideológico en la idea de pensar que somos mercados autorregulados, esas cosas que no existen en ningún lado, no hay ningún lugar en el mundo donde el capitalismo se desarrolló así. Entre otras cosas, porque el capitalismo que Braudel y demás describieron es, claramente, un capitalismo que opera bajo una lógica esencialmente predatoria, son prácticas de robos, de saqueo, no es justamente una práctica ajustada a normas ascéticas que fijan libertades para todos. Pero digamos, lo interesante es que muchas veces se construyen teorías que supuestamente no están aportando a esa idea del mercado, que se presentan como heterodoxas, justamente las tres teorías que se abordan en el libro, que son supuestamente heterodoxas, supuestamente no neoclásicas, supuestamente alternativas, pero que al desvirtuar la idea de que el sistema es un sistema de poder basado en contradicciones, al desactivar esos elementos y construir sus teorías sobre la base de la amistad, el “club de la amistad”; al entender que lo público y lo privado pueden hacer cosas juntos, todos podemos ganar, esa lógica win-win, que es momento de despertarse, de no distraernos, de hacer mejores instituciones, mejores prácticas, depurarnos, esta profilaxis de prácticas, resaltan que el “real vector” es la lógica de articularse con otros. Todo eso tiene un punto negativo, dado que negar el poder y el conflicto funcionariza la estructuras de poder y el acoplamiento de los actores al mismo.

* Victor Ramiro Fernandez es Doctor en Ciencias Políticas, investigador científico de carrera del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y actualmente se desempeña como director del Instituto Humanidades y Ciencias Sociales UNL-CONICET (IHUCSO).


 

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